Esta es la historia de Muhannad Shadouf, un joven palestino que aún sufre las consecuencias de haber permanecido en aislamiento penitenciario durante 22 días en cárceles israelíes cuando tenía 17 años, menor de edad. Un reportaje de Defense for Children Internacional – Palestine.
«Pensé que la única manera de librarme de las condiciones por las que tuve que pasar era suicidarme. Si hubiera tenido los medios y las herramientas, lo habría hecho».
Las fuerzas israelíes detuvieron a Muhannad Muneer Mahmoud Shadouf, de 17 años, sobre las 3:30 de la madrugada del 12 de mayo de 2022, en su casa de Burqin, un pueblo palestino al oeste de Jenin, en el norte de la Cisjordania ocupada por Israel, según la documentación realizada por Defense for Children International – Palestine. Durante su detención, Muhannad estuvo en régimen de aislamiento un total de 22 días. La minúscula celda de Muhannad tenía luces brillantes, un olor terrible, un colchón sucio, escasa ventilación y un agujero en el suelo a modo de retrete. Los interrogadores israelíes amenazaron a Muhannad con mantenerlo aislado durante meses si no confesaba, y la idea de pasar aún más tiempo en régimen de aislamiento llevó a Muhannad a pensar en el suicidio.
«Incluso cuando dormía, soñaba que estaba fuera con mi familia y mis amigos, pero cuando me despertaba, me daba cuenta de que era sólo un sueño», dijo Muhannad a DCIP. «Me deprimía y volvía a pensar en suicidarme».

«La primera noche de mi detención fue una de las más difíciles», señaló Muhannad, relatando la madrugada del 12 de mayo de 2022, cuando las fuerzas israelíes lo detuvieron en su casa. Esa noche, las fuerzas israelíes le ataron las manos a la espalda, lo amordazaron con un trozo de tela, le vendaron los ojos y lo cachearon desnudo.
«Tenía mucho miedo. Pensaba adónde me llevarían los soldados y por qué me habrían detenido. Los soldados no me permitieron ir al baño. Cuando llegué al centro de detención e interrogatorio de Al Jalame [en el norte de Israel], me recluyeron en una celda pequeña en malas condiciones», dijo Muhannad. «La primera noche de mi detención me interrogaron [un interrogador israelí], me dijeron dónde estaba y me acusaron de muchas cosas. También el interrogador me amenazó con mantenerme en la celda durante mucho tiempo si no confesaba los cargos que se me imputaban», declaró Muhannad a DCIP. «Aquella noche no pude dormir bien por pensar constantemente en lo que me había dicho y por las malas condiciones de la celda. Me decía a mí mismo que no podría quedarme mucho tiempo allí».

Ese primer día en detención militar israelí, por la tarde, Muhannad fue llevado a una sala con cinco interrogadores israelíes. Durante las cinco horas que duró el interrogatorio, no le permitieron llamar a un abogado ni que su familia estuviera presente, ni le informaron de sus derechos. Los interrogadores le gritaron y uno de ellos amenazó con mantenerlo encerrado en régimen de aislamiento durante 130 días.
El confinamiento penitenciario de niños palestinos en el sistema de detención militar israelí se utiliza casi exclusivamente durante la detención previa a la acusación y al juicio. Las pruebas recogidas por DCIP indican abrumadoramente que el aislamiento se practica con el único fin de obtener una confesión por un delito específico o para reunir información de inteligencia durante el interrogatorio. DCIP no ha encontrado pruebas del uso legalmente justificable del aislamiento de niños palestinos.
Entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de diciembre de 2021, DCIP documentó el aislamiento penitenciario de 155 niños palestinos durante un período de dos o más días durante el proceso de interrogatorio. Los niños fueron retenidos durante un período medio de 15,6 días, y 67 niños (43 por ciento) soportaron un período prolongado de aislamiento de 16 o más días. El periodo de aislamiento más largo documentado fue de 33 días.
El derecho internacional prohíbe el uso del aislamiento penitenciario y otras prácticas que constituyan trato cruel, inhumano o degradante contra la infancia. La práctica del aislamiento, además de los castigos físicos, la reclusión en una celda oscura o cualquier otro castigo que pueda comprometer la salud física o mental del menor puede, en algunos casos, equivaler a tortura.
«Durante mi detención en régimen de aislamiento, no era consciente de la hora y no podía diferenciar entre la noche y el día. El tiempo se me hacía eterno y pasaba muy despacio», declaró Muhannad a DCIP. «Cuando me iba a la cama, sólo pensaba en qué iba a ocurrirme, en mi familia, en las palabras de los interrogadores y en cómo superar las condiciones de aislamiento».
Tras varios días, las fuerzas israelíes trasladaron a Muhannad a la prisión de Megiddo, también en el norte de Israel, donde lo retuvieron en una habitación más amplia con una cama, dos mantas, un televisor y un inodoro. Mientras estaba detenido en Megiddo, un hombre que se hacía llamar Abu Hasan se acercó a Muhannad y le habló a través de una ventana. Dijo que era el jefe de la organización de presos de Megiddo.
«Primero me preguntó si necesitaba algo, y luego empezó a preguntarme por las sesiones de interrogatorio, y me di cuenta de que era un informante que intentaba sacarme una confesión», explicó Muhannad a DCIP. «Empecé a tratarle con cautela y luego le ignoré por completo».

El 19 de mayo de 2022, las fuerzas israelíes volvieron a trasladar a Muhannad al centro de detención e interrogatorio de Jaleme. Fue puesto en régimen de aislamiento durante 18 días más, seguidos de otra semana de detención en una celda con otro niño palestino.
«Cuando me trasladaron a una celda con otro niño detenido, sentí alegría y felicidad porque ya no estaba solo», dijo Muhannad. «Llegamos a conocernos y hablamos de nuestras preocupaciones. Fue una manera de alejar los pensamientos malos y negativos y conseguí dormir de seguido y suficientemente a pesar de las difíciles condiciones de la celda.»
Muhannad compareció ante el tribunal cuatro veces mientras estuvo detenido en Jalame, y cada vista su detención fue prorrogada.
«Cuando me dijeron que iba a comparecer ante un tribunal, tenía la esperanza de poder ver a mi padre o a mi madre, pero me sorprendió que no hubiera nadie en la sala, salvo un abogado, un fiscal y un juez», dijo Muhannad. «En la mayoría de las vistas judiciales, le preguntaba al abogado qué estaba pasando, y él me decía que se había prolongado mi detención y que a mis padres no se les permitía asistir a las vistas que se hacían en los centros de interrogatorio. Cuando volvía a la celda, me sentía decepcionado y me asaltaban más pensamientos negativos y bajas expectativas.»
Las fuerzas israelíes volvieron a trasladar a Muhannad a la prisión de Megiddo, donde estuvo recluido en la sección de menores y compareció cuatro veces ante el tribunal militar israelí de Salem.
«Cuando me trasladaron a la sección de menores de la prisión de Megiddo, sentí una gran diferencia, ya que estaba en una habitación con muchos niños y espacio grande», dijo Muhannad. «La habitación tenía televisión, camas y buena ventilación. Las condiciones de detención en Megiddo eran mucho mejores en todos los aspectos en comparación con el régimen de aislamiento. Conocí a muchos niños. Compraba cosas en la cantina y cocinaba mi propia comida. También tenía acceso al patio exterior y podía pasear y ver el sol y el cielo».
Muhannad fue condenado finalmente a dos meses de prisión, se le ordenó pagar una multa de 2.000 shekels (580 dólares) y fue puesto en libertad el 27 de junio de 2022.

«En el momento en que me liberaron en uno de los checkpoints de Israel en Cisjordania, cerca de mi pueblo, me preguntaba si estaba soñando o si realmente me habían liberado», dijo Muhannad a DCIP. «Cuando llegué a casa, abracé a mi madre y a mi padre durante mucho tiempo, revisé la casa y mi habitación, y llamé a mis amigos para decirles que estaba libre y que quería verlos».
«Desde mi liberación, realmente no puedo estar solo, odio estar solo», dijo Muhannad. «Incluso en mi tiempo libre siento que debo aprovechar cada minuto para divertirme, jugar y estar con mis amigos».
Los niños palestinos de Cisjordania, al igual que las personas adultas, se enfrentan a detención, procesamiento y encarcelamiento en el marco de un sistema de detención militar israelí que les niega derechos básicos.
La ley militar se aplica a la población de Cisjordania desde 1967, cuando Israel ocupó el territorio tras la Guerra de los Seis Días. Sin embargo, los colonos judíos que residen dentro de Cisjordania, en contravenencia del derecho internacional, están sujetos al marco jurídico civil israelí. En consecuencia, Israel aplica dos sistemas jurídicos distintos en el mismo territorio. La infancia palestina que vive en Jerusalén suele estar sujeta al derecho civil israelí.
Israel tiene el dudoso honor de ser el único país del mundo que procesa automática y sistemáticamente a niños y niñas en tribunales militares que carecen de los derechos y protecciones fundamentales de un juicio justo. Israel procesa cada año a entre 500 y 700 menores palestinos/as en tribunales militares.
Desde 2000, se calcula que 13.000 menores palestinas y palestinos han sido detenidos por las fuerzas israelíes en la Cisjordania ocupada y arrestados bajo el sistema de detención militar israelí.
Israel ratificó en 1991 la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia, que establece que las niñas y niños sólo deben ser privados de libertad como medida de último recurso, no deben ser detenidos ilegal o arbitrariamente y no deben ser sometidos a tortura ni a otros tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes.
Esta publicación forma parte de una serie de traducciones de la campaña No Way To Treat a Child de DCIP en el marco del proyecto «Fortaleciendo las medidas de protección de la infancia palestina de acuerdo con el DIH y la CDN, con especial atención a niños/as víctimas de tortura y otros tratos crueles o degradantes» financiado por la Agencia Vasca de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Pueden leer el artículo original aquí.