El año 2021 se presentaba como el inicio de la reconstrucción del modelo socioeconómico tras el impacto de la pandemia. Los discursos oficiales en Europa auguraban el impulso del crecimiento económico, el empleo y presentaban planes, programas y presupuesto para abordar, a la vez, una transición energética para frenar el calentamiento global. Al finalizar el año, las promesas no se cumplieron y el relato verde, digital y morado que seguían sosteniendo no podía ocultar la crisis estructural del sistema. Sus síntomas se han apreciado en un creciente endeudamiento, el incremento de precios de la energía, las materias primas y la vivienda.
La evolución inflacionista en los últimos meses de 2021 impactaba a la población que vive en situación de mayor vulnerabilidad. Se incrementaba aún más las dificultades de acceso a la energía, los alimentos y la vivienda, un escenario que en 2022 y con la guerra de Ucrania se aceleraba. El contexto ponía en bandeja la reproducción de conflictos geopolíticos, ecosociales y financieros en un momento de confluencia de diferentes factores que agudizan la crisis sistémica. El régimen de acumulación del capitalismo global muestra signos claros de agotamiento a través del estancamiento económico y las cifras récord de endeudamiento público y privado que no paran de crecer. Y las vías por las que ha conseguido superar anteriores crisis, el acaparamiento, mercantilización y explotación de más territorios, recursos y servicios ya no es posible en una situación de colapso ecológico. La drástica reducción de emisiones de gases de efecto invernadero necesaria y el agotamiento de la base material y energética llevan directamente a la inviabilidad del sistema.
Las respuestas que ofrecen gobiernos y grandes corporaciones no sólo son incapaces de frenar estas dinámicas, sino que las agudizan: se han destinado presupuestos billonarios para inyectar liquidez a los bancos y empresas transnacionales que favorecen las burbujas especulativas. Como también para hacer rentables nuevos nichos de mercado que tendrán como único resultado un ciclo corto de ganancias de las principales compañías a partir de las mismas lógicas de producción y consumo que han llevado a la actual crisis multidimensional.
Salir del callejón sin salida al que nos dirige la clase político-empresarial y prefigurar las vías de escape postcapitalista es la tarea prioritaria que tenemos quienes defendemos la primacía de los derechos de las mayorías sociales y el planeta. Una tarea que pasa necesariamente por la articulación de propuestas sociales y políticas con las ir disputando y ganando cada vez más espacios al poder corporativo. Las posibilidades de acometer propuestas transformadoras se mueven entre la urgencia de la resistencia comunitaria frente al avance de las privatizaciones, la exigencia permanente al Estado de mejoras en la regulación, y la construcción de alternativas basadas en la economía solidaria, de carácter ecologista, feminista y anticapitalista. Todos ellos retos a los que intentamos contribuir con el trabajo reflejado en estas páginas.
Junta Directiva- Paz con Dignidad
Descargar Memoria Paz con Dignidad 2021