El incierto futuro político y social de Senegal

1363 0

Durante los primeros días de marzo Senegal vivió una ola de manifestaciones que no se vivían desde el año 2012, durante las elecciones que llevaron a Macky Sall al poder.

Pongámonos primero en antecedentes. En el año 2012 la oposición y los movimientos sociales se movilizaron masivamente contra el entonces presidente Abdoulaye Wade, quien pretendía presentarse a un tercer mandato. En el año 2000, a su llegada a la presidencia de la República de Senegal, Wade modificó la Constitución, limitando el número de mandatos a dos y la duración de los mandatos a cinco años (anteriormente 7). Pese a que este cambio se hizo efectivo en 2001, el primer mandato de Wade duró siete años; el segundo 5. Pero cuando su segundo mandato estaba a punto de finalizar alegó que la limitación de dos mandatos no tenía en cuenta su mandato de 2000-2007. Movimientos como el M23 (Mouvement du 23 juin) o “Y a en marre” movilizaron a la ciudadanía para impedir la candidatura de Wade, que finalmente fue aprobada por el constitucional. Tras una primera vuelta, Wade se enfrentó en segunda vuelta al actual presidente, Macky Sall, quien aglutinó todo el voto de la oposición.

El presidente de la República, Macky Sall, en su discurso a la nación el 8 de marzo de 2021. Fotografía de Dakarposte.

Macky Sall, que fue llevado en parte a la presidencia gracias a la masiva movilización social, ha sido acusado por estos mismos movimientos en los últimos años a causa de su deriva autoritaria. Reseñables son las condenas de dos de los líderes de la oposición, Karim Wade (hijo del anterior presidente) en 2015 y Khalifa Sall (antiguo alcalde de Dakar) en 2018, ambas por cuestiones de corrupción, en lo que algunos denominan casos de law-fare. A ello se suma el actual proceso judicial a Ousmane Sonko, actual líder de la oposición y principalmente apoyado por las poblaciones más jóvenes, con un discurso claramente anti-imperialista, anti-francés y propuestas de corte socialista, como la nacionalización de empresas de carácter estratégico. De esta manera, y aunque Macky Sall ha negado intenciones de presentarse a un tercer mandato, parece que los líderes de la oposición van perdiendo opciones a causa de sus condenas. Esta dinámica de ir eliminando oponentes políticos de la carrera a las elecciones es por desgracia, según comenta Felwine Sarr, periodista senegalés, una práctica habitual en la escena política de África del oeste.

Desde el mes de enero los ánimos en el país se habían ido encendiendo. Ousmane Sonko ha sido acusado de malversación de fondos, el ministro del interior ha tanteado la opción de disolver su partido (PASTEF, Patriotes du Sénégal pour le Travail, l’Ethique et la Fraternité) y finalmente fue acusado de violación. La mecha terminó de prenderse el miércoles 3 de marzo. Ese día Sonko debía acudir a los juzgados de Dakar para declarar; de camino fue arrestado, junto con parte de sus acompañantes, por desórdenes públicos, alegando que había alentado manifestaciones no permitidas.

Como nos cuenta Felwine Sarr en su análisis sobre la situación “un asunto privado entre un líder político de la oposición y una ciudadana senegalesa cuyo escenario era la intimidad de un salón de masajes se ha convertido en una cuestión de Estado. Este caso podría haberse resuelto ante los tribunales competentes, en el tiempo normal de la justicia senegalesa, respetando los derechos de ambas partes, con una serenidad que nos hubiera alejado de cualquier sospecha de maquinación o no imparcialidad. En cambio, la casa del líder de Pastef fue asediada en los primeros días del asunto por las fuerzas del orden. Esto inmediatamente le dio al asunto un carácter político. Nos apresuramos a poner en marcha el sistema judicial en su contra con una rapidez desconocida para nuestros tribunales, alterando algunas normas de derecho. Al acusado, Ousmane Sonko, se le levantó la inmunidad parlamentaria en diez días…”

Pero el caso de Ousmane Sonko ha sido solo la chispa que ha prendido una larga mecha. La mecha de una juventud cansada, hastiada, con un futuro incierto y todo ello acrecentado por la crisis sanitaria y social a la que el mundo, y por supuesto también Senegal, un país con gran importancia del sector turismo, se enfrenta desde el año 2020. Los ideales por los que lucharon en 2012 como el fortalecimiento de la democracia a través de reformas institucionales adecuadas, el equilibrio de poder, la justicia social, la rendición de cuentas, la igualdad de la ciudadanía ante la ley y la eliminación de la corrupción se han visto continuamente erosionados desde la llegada de Macky Sall al poder.

Dispositivo policial frente a manifestantes en Dakar el 5 de marzo 2021. Fotografía de AFP.

Las manifestaciones fueron masivas en todo el país, lideradas sobre todo por los más jóvenes, entre el 3 y el 8 de marzo. Se conformó en un tiempo récord el “Mouvement de Défense de la Démocratie M2D” una confluencia de varios movimientos sociales y partidos de la oposición, que lideró la convocatoria de las movilizaciones. Pero igual que los jóvenes, las mujeres y toda la sociedad se movilizaron también lo hizo el Estado a través de sus cuerpos de seguridad (policía y ejército). El uso indiscriminado de la fuerza, el uso de fuego real contra manifestantes, así como la presencia de individuos armados no identificados aliados de los cuerpos de seguridad, dejaron al menos 13 fallecidos (según los movimientos sociales). La tensión iba escalando en el país según los muertos se iban sumando.

La situación comenzó a calmarse en la tarde del 8 de marzo, hasta el punto de desconvocarse las manifestaciones previstas para los días 9 y 10 de marzo. Ese día fue puesto en libertad Ousmane Sonko, aunque queda bajo control judicial (retirada de pasaporte, personarse cada 15 días en comisaría e impedimento de hablar sobre el proceso en público), y se dirigió a la nación en un discurso llamando a continuar la movilización de forma pacífica para recuperar la democracia. Horas después se dirigía a la nación el presidente de la república, Macky Sall (ausente durante toda la crisis sufrida en los días anteriores) con un mensaje que dejó a la mayoría indiferentes, sin ningún tipo de disculpa o autocrítica por los fallecidos, apelando a la unión y a la calma. Estos dos mensajes consiguieron eso sí apaciguar los ánimos de una población encendida por los acontecimientos y la represión sufrida. Días atrás el mensaje del gobierno, a través de su ministro del interior, había sido muy diferente, incendiario incluso, acusando de terroristas a los participantes en las manifestaciones.

Ousmane Sonko tras su liberación el 8 de marzo de 2021 en Dakar. Fotografía de AFP.

Pese a que se convocó una jornada de duelo nacional el viernes 12 de marzo y manifestaciones en diferentes puntos del país para el sábado 13 de marzo estas no tuvieron la repercusión de los de días anteriores, principalmente por la petición de los líderes religiosos, con gran peso en el país, de rebajar la tensión y desconvocar las marchas, a lo que finalmente accedió el M2D.

Queda ahora el país en una calma tensa a la espera de los próximos acontecimientos. En el aire la resolución del caso en vías judiciales contra Ousmane Sonko, la intención o no de Macky Sall de presentarse a un tercer mandato, la capacidad de la sociedad civil organizada de aglutinar las reivindicaciones y movilizar a toda la sociedad hasta las próximas elecciones locales y regionales que debían haberse realizado el año pasado y fueron suspendidas por la COVID-19, así como las presidenciales, previstas para 2024. Queda por ver la respuesta del gobierno a las familias de los fallecidos, si se realiza una investigación independiente, como se ha pedido por parte de organizaciones nacionales e internacionales, como Amnistía Internacional. También queda por ver cuál será la posición de los líderes religiosos, con tanta influencia en la política nacional, ¿seguirán apoyando al actual presidente? ¿Reivindicarán que se esclarezcan los hechos de la primera semana de marzo, especialmente las circunstancias de las muertes en el curso de las manifestaciones?

La estabilidad de Senegal pende hoy de un hilo. Habrá que permanecer atentas al desarrollo de los acontecimientos y, sobre todo, apoyar a la sociedad civil organizada en la defensa de los derechos humanos y la protección de la democracia y la libertad de expresión.

Delegación Paz con Dignidad Senegal 

Entradas Relacionadas

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Quieres contactar con nosotros?

    Nombre (requerido):
    Correo electrónico (requerido):
    Mensaje:

    Información básica sobre Protección de Datos

    Responsable

    Asociación Paz con Dignidad

    Finalidad

    Atender a su solicitud de contactar con usted

    Legitimación

    Consentimiento expreso

    Destinatarios

    No se cederán datos a terceros.

    Derechos

    Acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos, como se explica en la información adicional

    Información adicional

    www.pazcondignidad.org/politica-de-privacidad/